Por DEAN DURBER / (Traducción Omar Feliciano)
Una insistencia en considerar la sexualidad como un binomio de opuestos exactos – homosexualidad versus heterosexualidad – construye y mantiene una frontera estricta entre las identidades sexuales en la cultura.
La creencia de que una persona debe ser uno u el otro (o algo “confundido” en la mitad) ha sido normalizado a tal punto que ahora de cada uno de nosotros se espera que hagamos la decisión. En algún punto de nuestras vidas se nos demandará declarar públicamente de que lado nos movemos. Salir del closet es como entrar a una jaula que busca asegurar la orientación homosexual de la persona por el resto de su vida.
Como un rechazo del conservadurismo percibido en las organizaciones homosexuales previas a la década de los sesenta, la liberación homosexual sugirió que “salir del closet” era un paso necesario hacia el alivio de la opresión. Así, se convirtió en una importante herramienta política. Anunciarse públicamente como un homosexual permitía la unidad con otros individuos que se sentían similarmente oprimidos.
Esto ayudó a mostrar a la cultura homofóbica dominante que los homosexuales existían, y que existían en masa. Esto estimuló la visibilidad y le dio a la nueva causa radical gay una voz pública válida y firme.
La liberación del closet era considerado un prerrequisito para la remoción exitosa de las restricciones impuestas por la heterosexualidad compulsiva sobre la sexualidad homosexual. “Salir del closet” fue promovido como un rechazo necesario de una heterosexualidad reforzada; y ahora es celebrada como un acto de resistencia a esa historia de represión.
Dada su propia lógica sobre el “closet” – un lugar del que el homosexual precisa salir – la liberación homosexual reconoce cualquier negativa a permitir a las personas ser activamente gays como opresión de la cultura heterosexual dominante.
Despliega “la salida del closet” para significar un rito de pasaje de la heterosexualidad compulsiva a una identidad gay legítima. Pero mientras que desea que el homosexual salga de su armario, también su existencia depende de eso.
Sin la existencia del closet, no podría haber una construcción de liberación. Sin liberación, no habría reconocimiento del periodo de heterosexualidad compulsiva como prueba de la posición marginalizada de la homosexualidad dentro de la cultura. Sin el reconocimiento de esta posición marginalizada, no habría a quien culpar por la opresión de la sexualidad humana.
El closet, por lo tanto, construye al homosexual como inocente. Permite que el homosexual culpe al modelo heterosexual dominante de la opresión de la sexualidad, mientras que niega que la identidad homosexual masculina también pueda ocupar un rol opresivo similar.
El cambio de enfoque de una liberación sexual completa hacia un movimiento que ahora lucha exclusivamente por los derechos gays ha reforzado aun más al closet como un esencial espacio de opresión.
La visibilidad pública fuera del closet permite al movimiento gay construir una comunidad que puede ser usada para atacar las leyes discriminatorias al interior de la esfera política. Para extender su propuesta de equidad, el movimiento debe insistir que todos los homosexuales se conforman a una definición pública visible de “gay.” Necesita de unidad étnica, y debe por lo tanto animar al homosexual a encontrar el valor de vestir esta “gaycidad” con orgullo.
Debe insistir que todos los homosexuales verdaderos están de acuerdo en remover el velo de secreto que arguyen previene de la exploración de la verdadera homosexualidad. La participación en marchas y el modelaje de logos gays de diseñador son por lo tanto aplaudidos como signos de liberación.
La insistencia del movimiento gay en promover la sexualidad como innata sugiere que, en la sexualidad anterior a la homosexualidad, el hombre que tiene una atracción sexual a los hombres es reprimido, silenciado y controlado. “Desclosetarse” es, por lo tanto, promovido como una parte normal de la narrativa de lo que significa ser homosexual.
Se espera que todos y cada uno de los hombres gays tendrán una historia de cuando, donde, y como realizaron la decisión de rechazar la heterosexualidad forzada. Sin reconocimiento de una fecha exacta y un lugar de nacimiento del individuo homosexual, no puede haber una reconstrucción personal del momento previo al acceso al estilo de vida gay como un periodo de opresión.
En la cultura más amplia, “desclosetarse” es ahora visto como un acto necesario para todos. Se espera de los maestros que son observados por sus estudiantes con suspicacia. Se espera de un nuevo empleado cuando se presenta por primera vez en su nuevo lugar de trabajo. Se espera siempre que se conocen nuevos amigos. La idea del closet sugiere a la cultura que todos son potencialmente heterosexuales u homosexuales; y por lo tanto, de acuerdo a estos, todos deben ser examinados.
De cualquier manera, ¿ser “honesto” sobre la propia sexualidad es dar una respuesta a una pregunta restrictiva? Responder a “¿eres buga o eres gay?” Nos posiciona dentro de una de las dos aceptables jaulas cerradas, y de este modo reafirma la creencia de la cultura en el binario esencial homo-hetero.
Los significados negativos que están asignados al closet homosexual sugieren que un hombre que disfruta el contacto sexual con otros hombres no puede ser “verdadero” para el mismo a menos de que le sea posible hablar sobre sus sentimientos sexuales con orgullo.
Este abordaje alienta la discriminación crítica y el desprecio hacia aquellos que a través de sus creencias políticas, sus agallas, o su miedo, no desean adoptar una identidad gay. Sugerir que el silencio del closet sólo puede significar opresión es una táctica empleada para asegurar que nuestra sexualidad son discutidas abiertamente, y por lo tanto pueden ser puestas adecuadamente bajo vigilancia y control
No hay comentarios:
Publicar un comentario