lunes, 14 de diciembre de 2009
A pesar de un fallo favorable de la Corte Suprema, una Caja de Previsión bonaerense le niega la pensión a un viudo gay
“Éste es un caso de homofobia militante”
POR BRUNO BIMBI
Hace poco más de siete años, un día antes del cumpleaños de Elvio, su pareja tuvo una convulsión en la cocina. Daniel era un tipo divertido y era capaz de hacerle una broma, pero unos segundos alcanzaron para ver que era en serio. Todo lo demás pasó demasiado rápido: los vecinos en casa, la ambulancia, el hospital, diagnóstico por imágenes, tumor cerebral, más estudios, una operación, tratamientos. En enero de 2003, dos meses después de pasar por el quirófano, Daniel fallecía tras permanecer varios días en coma.
Se habían conocido once años antes, cuando Daniel fue a la gestoría donde Elvio trabajaba para hacer la inscripción de un vehículo. Tuvieron que hacer varios trámites juntos, hasta que un día, en el Registro del Automotor, Daniel le preguntó si no quería ir a su casa. A los seis meses, ya estaban viviendo bajo el mismo techo. “Éramos muy compañeros y nos divertíamos mucho juntos. Ninguno de los dos ahogaba el espacio ni la realización personal del otro”, recuerda Elvio.
Daniel era médico cirujano, ginecólogo, obstetra y ecografista. Trabajaba en dos hospitales, dos clínicas y un par de centros municipales de salud. Al principio, tanto trabajo les dejaba poco tiempo para compartir, pero se las arreglaban para aprovechar cada oportunidad. Les gustaba mirar películas, organizar cenas con amigos y salir a pasear o a bailar. La muerte lo encontró muy joven a Daniel y Elvio no sabía que al dolor por la tragedia se sumaría un largo proceso judicial para hacer frente a la impiedad de leyes que no contemplan que un hombre se pueda enamorar de otro hombre.
“Daniel siempre decía que yo era su única familia. Se había venido de Mendoza a Buenos Aires y con sus padres y hermanos se veían apenas una vez por año”, dice Elvio. Sin embargo, poco después del entierro, armados de artículos del Código Civil que aseguran que Elvio no era nadie en la vida de Daniel, aquella familia lo “invitó” a abandonar el departamento en el que habían vivido juntos por una década. Los vecinos, los amigos de la pareja y los compañeros de trabajo de Daniel reaccionaron indignados, pero Elvio decidió irse sin protestar. Quizá podría haber ido a la Justicia, invocar derechos constitucionales, pedir la parte de la herencia que le correspondía, pero el amargo recuerdo del deterioro y la muerte de quien había sido el amor de su vida opacaron todo lo demás. Sin embargo, meses después, aconsejado por amigos, decidió tramitar la pensión por viudez. “Con ese reclamo, no perjudicaba a nadie”, dice, como si se justificara por no haber demandado también a los suegros que lo dejaron en la calle.
En marzo de 2005, el Juzgado en lo Contencioso Administrativo Nº 1 de La Plata, a cargo del juez Luis Federico Arias, ordenó a la Caja de Previsión y Seguro Médico de la provincia otorgar la pensión. E.A.Y. –la única forma en la que Elvio aceptaba ser mencionado en la prensa hasta esta nota– se convertía así en el primer viudo gay de la Argentina a quien la Justicia le reconocía ese derecho. Pero la alegría duró poco.
La Caja apeló el fallo. El juez le concedió la apelación, pero con efecto devolutivo, no suspensivo. Eso significa que debían comenzar de inmediato a pagar la pensión y, si al final del proceso, la sentencia acababa revocada, Elvio debería devolver el dinero. Era una forma de impedir que el proceso judicial obligara al viudo a esperar años para comenzar a percibir el beneficio. Sin embargo, la Caja encontró un vericueto legal. Volvieron a negarle la pensión aduciendo que no había pruebas concluyentes de que Daniel hubiese sido su pareja. Como el fallo del juez Arias había resuelto que no le podían negar sus derechos por ser homosexual, se los negaron con otra excusa. “Luego de 11 años de convivencia en pareja, sobraban pruebas: acompañamos mucha documentación y ofrecimos testigos, pero respondieron que era insuficiente. A los testigos nunca los llamaron”, explicó a este diario Julián Díaz Bardelli, uno de los abogados de Elvio. Junto a Lorena Gutiérrez Villar –también abogada de Alex Freyre y José María Di Bello–, representaron a Elvio gratuitamente como letrados de la Asociación Civil Siete Colores, una ONG dedicada al asesoramiento jurídico que forma parte de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans.
Ante las nuevas excusas de la Caja, Elvio tuvo que iniciar otra acción judicial, esta vez para probar que Daniel había sido su pareja. Pero pronto recibió otra mala noticia: la Cámara revocó el fallo de Arias. Elvio apeló a la Suprema Corte provincial, que también le dio la espalda.
En agosto del año pasado, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó un decreto reconociendo el derecho a pensión a los viudos y viudas homosexuales. Elvio se alegró, pero pronto sus abogados le explicaron que ese decreto sólo valía para los beneficiarios de la ANSES. La caja previsional que debe pagarle es provincial. Finalmente, en julio de este año la Corte Suprema de Justicia de la Nación le dio la razón a Elvio. Parecía que esta vez sí, pero no. La Suprema Corte provincial recibió el expediente para dictar una nueva sentencia. Así es el procedimiento y, supuestamente, debería ser fácil y rápido. Sin embargo, cuando hay ganas de que las cosas no se resuelvan, el sistema se toma su tiempo. Elvio todavía espera.
“La Corte bonaerense debe cumplir lo ordenado por el máximo tribunal federal de modo urgente y reconocerle a Elvio el derecho a pensión. La demora acarreará la responsabilidad de todo el Estado en el ámbito internacional, por violación del principio de no discriminación”, explica Gutiérrez Villar. Sin embargo, aun cuando los jueces provinciales hicieran su parte, faltaría un detalle. La Justicia en lo contencioso administrativo debería retomar el otro proceso que quedó suspendido cuando la Cámara revocó el fallo de Arias para que Elvio pueda probar que Daniel era su pareja. Y los caminos kafkianos del sistema judicial podrían seguir, porque los directivos de la Caja, cuyo presidente es el doctor Héctor Osvaldo Sainz, parecen decididos a seguir poniendo obstáculos legales para no pagar.
“Lo de esta gente es homofobia militante”, denuncia Díaz Bardelli, y muestra como ejemplo una resolución de otra caja previsional provincial que actuó de una manera muy diferente. Las leyes reconocen el derecho a pensión a los “convivientes en aparente matrimonio” sin especificar que deban ser de distinto sexo. Sin embargo, lo que se suele alegar para decirles que no a los homosexuales es que, como no pueden contraer matrimonio, su convivencia en pareja tampoco lo aparenta. El juez Arias había rechazado esa interpretación y, basándose justamente en su fallo a favor de Elvio, la Caja de Seguridad Social para los Psicólogos de la provincia de Buenos Aires decidió otorgar la pensión al viudo de un afiliado sin necesidad de que fuera a juicio. Como la ley es ambigua, todo depende de la buena voluntad de los que deciden.
El matrimonio de Elvio y Daniel era sólo “aparente” porque la ley argentina no les permitía formalizarlo. Con la libreta matrimonial, Elvio no sólo estaría cobrando la pensión desde hace años, sino que no podrían haberlo echado de su propia casa. “La actitud cobarde, tibia, oportunista y mentirosa de los legisladores que impidieron el tratamiento del derecho al matrimonio gay nos sirve para tener cuidado la próxima vez que votemos. Cuando Cristina era senadora, le mandé una carta contando mi caso, pero jamás me respondió”, dice.
–Si la ley lo permitiera, ¿se habrían casado con Daniel? –le preguntó este diario.
–¡Sin lugar a dudas!
“Que se casen con una mujer”, escribió semanas atrás en estas páginas el vicepresidente de la Corporación de Abogados Católicos, Eduardo Sambrizzi, refiriéndose a las parejas gay. Elvio no se casó con una mujer porque estaba casado con un hombre, aunque la ley no se haya enterado.
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