El cuerpo humano despide ciertos olores con sustancias químicas que, supuestamente, ayudan a atraer a la pareja sexual. Ahora se sabe, según un estudio de investigadores suecos, que los cerebros de quienes detectan esos olores reaccionan de manera diferente según la orientación sexual de cada persona.
El hallazgo surge a partir de un experimento que escaneó el cerebro de 36 voluntarios, que conformaban tres grupos: mujeres heterosexuales, mujeres lesbianas y hombres heterosexuales.
Señaló que olores relacionados con hormonas femeninas producen la misma activación cerebral en mujeres lesbianas y en hombres heterosexuales. Y también se encontraron semejanzas, teniendo en cuenta trabajos anteriores, en las respuestas cerebrales entre hombres que tienen sexo con hombres y mujeres heterosexuales.
Los investigadores, del Instituto del Cerebro de Estocolmo, admitieron que no tienen respuestas para explicar el porqué del hallazgo.
El estudio tampoco aclara si las activaciones diferentes de ciertas regiones del cerebro ante los olores masculinos o femeninos se relacionan sólo con algo que está establecido genéticamente o si se debe a experiencias vividas.
Según la teoría más aceptada, existe un "olor sexual", emanado por la boca y la zona genital. Es indudable la importancia que tiene el olfato en los estímulos sexuales, pero esta teoría va más allá al afirmar su relación directa con las áreas del cerebro que regulan la respuesta sexual.
Inicialmente, los estudios científicos se basaron en las feromonas pero con el tiempo se ha podido determinar en el bisulfito de metilo el origen de ese "olor sexual".
Esta sustancia está presente en todas las flores, que lo utilizan para atraer a los insectos. Otras sustancias como la canela y el sándalo explicarían en la concentración de esta sustancia sus reconocidos méritos como afrodisíacos.
Como no podía ser de otra forma, la industria cosmética ha tomado buena nota de estos descubrimientos y utiliza el bisulfito de metilo en sus fragancias más costosas. Las colonias baratas, en cambio, se dirigen a un público familiar y utilizan el olor para enmascarar esos estímulos sexuales.
El estado de ánimo de la persona influye completamente en el olor sexual que emana. Cuando se siente deseable, está predispuesto a una relación, en estado de excitación... el mismo cuerpo se ocupa de comunicarlo a los demás produciendo mayores cantidades de este olor.
De este modo, la mejor manera, o casi la única, de incrementar nuestro "sex-appeal" es sentir deseo de atraer y ser atraído. La predisposición a provocar y recibir sentimientos positivos produce en el cuerpo una inmediata respuesta en la emanación de bisulfito de metilo.
Pero esto es sólo la primera parte, la más instintiva de la relación. Partiendo de esta base puramente física, el camino de la respuesta sexual pasa por la mente, complicada en los humanos como en ningún otro animal.
Se le añaden multitud de imágenes previas, conceptos, preferencias basadas en la experiencia o en situaciones vividas, que recordamos quizá subconscientemente y que junto con la educación recibida, el ejemplo familiar, la personalidad... determinan un modelo social propio de cada persona.
Entonces se llega al momento crítico. El estímulo recibido de la otra persona: su olor, su voz, su presencia, una sonrisa o un gesto, se transmite al hipotálamo, quien a su vez la pasa a la glándula pituitaria.
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