Cada vez que nos discriminamos abrimos brechas y evitamos el respeto al que aspiramos. ¿Por qué hacerlo si todos y todas somos parte de esta diversidad? somos más que un estereotipo: podemos demostrar que tenemos la capacidad de ser libres.
Es cierto, muchos tenemos conciencia de la homofobia y quizá hasta podamos sentir miedo. Es normal, es comprensible; incluso hasta necesario, porque en ocasiones es el miedo el que nos ayuda a sobrevivir, y para muestra, sólo hay que revisar las historias del holocausto judío y homosexual durante la Segunda Guerra Mundial. Miles y miles de personas fueron movidas por el miedo a protegerse u ocultarse.
Sí, la homofobia me da miedo. Me asusta enterarme de los asesinatos en los que increíblemente la saña y las ganas de matar son terribles; ganas de destruir y hacer sufrir lo más que se pueda antes de deshacerse del “raro”, del “joto”, de la “marimacha desviada”. Me asusta que muchos homosexuales no tienen acceso a esta información e ignoran o quieren ignorar que la homofobia existe en forma extrema, y al cerrar los ojos ante la realidad, también lo hacemos hacia la protección y la seguridad.
Me asusta aún más que los homosexuales seamos homofóbicos, que discriminemos con el lenguaje disfrazándolo de “broma” al decir: la jotitia, la torcida, la pasiva, la trailera, como si tuviéramos que alejarnos de lo que todos creen que es la homosexualidad: mujeres masculinizadas, hombres femeninos.
¿Y por qué rechazar si también existen? ¿Por qué si todos y todas somos parte de esta diversidad? ¿Por qué si entre más nos discriminamos más difícil se hará el entendimiento y la aceptación social?
Somos muchos los que hemos vivido el rechazo social, familiar, escolar, teórico, científico, religioso, económico, político… Y entonces ¿por qué discriminamos al otro? En ocasiones siempre es mejor no tachar de “malas” a las personas y seguir de largo. El trato humano y el respeto son muy importantes.
Cada vez que nos discriminamos abrimos brechas y evitamos el respeto al que aspiramos, incluso fuera de una disco, una cafetería o algún lugar exclusivo para la comunidad. Nosotros somos quienes comenzamos la discriminació n y nos fragmentamos.
Piénsalo ¿a cuántos homosexuales has matado hoy? Porque cuando discriminamos limitamos la vida de los demás, y si vivimos limitados por falta de tantas cosas ¿por qué hacerlo aún más? Reflexiona: somos más que un estereotipo a seguir; somos los que demostramos que existe la diversidad y con ella las posibilidades de ser libres y diferentes.
Fuente: Luis Miguel Bernal
Es cierto, muchos tenemos conciencia de la homofobia y quizá hasta podamos sentir miedo. Es normal, es comprensible; incluso hasta necesario, porque en ocasiones es el miedo el que nos ayuda a sobrevivir, y para muestra, sólo hay que revisar las historias del holocausto judío y homosexual durante la Segunda Guerra Mundial. Miles y miles de personas fueron movidas por el miedo a protegerse u ocultarse.
Sí, la homofobia me da miedo. Me asusta enterarme de los asesinatos en los que increíblemente la saña y las ganas de matar son terribles; ganas de destruir y hacer sufrir lo más que se pueda antes de deshacerse del “raro”, del “joto”, de la “marimacha desviada”. Me asusta que muchos homosexuales no tienen acceso a esta información e ignoran o quieren ignorar que la homofobia existe en forma extrema, y al cerrar los ojos ante la realidad, también lo hacemos hacia la protección y la seguridad.
Me asusta aún más que los homosexuales seamos homofóbicos, que discriminemos con el lenguaje disfrazándolo de “broma” al decir: la jotitia, la torcida, la pasiva, la trailera, como si tuviéramos que alejarnos de lo que todos creen que es la homosexualidad: mujeres masculinizadas, hombres femeninos.
¿Y por qué rechazar si también existen? ¿Por qué si todos y todas somos parte de esta diversidad? ¿Por qué si entre más nos discriminamos más difícil se hará el entendimiento y la aceptación social?
Somos muchos los que hemos vivido el rechazo social, familiar, escolar, teórico, científico, religioso, económico, político… Y entonces ¿por qué discriminamos al otro? En ocasiones siempre es mejor no tachar de “malas” a las personas y seguir de largo. El trato humano y el respeto son muy importantes.
Cada vez que nos discriminamos abrimos brechas y evitamos el respeto al que aspiramos, incluso fuera de una disco, una cafetería o algún lugar exclusivo para la comunidad. Nosotros somos quienes comenzamos la discriminació n y nos fragmentamos.
Piénsalo ¿a cuántos homosexuales has matado hoy? Porque cuando discriminamos limitamos la vida de los demás, y si vivimos limitados por falta de tantas cosas ¿por qué hacerlo aún más? Reflexiona: somos más que un estereotipo a seguir; somos los que demostramos que existe la diversidad y con ella las posibilidades de ser libres y diferentes.
Fuente: Luis Miguel Bernal
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