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jueves, 1 de mayo de 2008

Tripulación del deseo - Relato

Conocía a Larry casi desde que nació. El había sido mi vecino desde hacía más de 15 años. Esta historia ocurrió el verano pasado. Yo tenía 24 años y Larry 17. Aunque la verdad ¡Qué 17 años!. Larry era muy aficionado a los deportes náuticos y a la navegación. A mi personalmente me gusta mucho el submarinismo.

Yo sabía desde hacía un año que Larry era gay. Nunca habíamos salido juntos,
pero “conocía” a algunos de sus amigos.

Un día de Junio, yo estaba en la piscina refrescándome, y Larry se metió en la piscina y empezamos a charlar.

¿Que tal vecino? –Le pregunté. Pues ya ves, tomando un bañito. Es que estoy agotado, llevo toda la mañana haciendo Surf, y me apetecía un chapuzón en la piscina. – Me dijo.

Larry se ponía morenísimo en verano. Su piel era ennegrecida por el Sol. Y su pelo se aclaraba un poco, las típicas mechas rubias que lucen los surfistas profesionales. Estaba hecho todo un Beach Boy.

¿Como te va en la playa?- Le dije.

Bueno este verano me quiero dedicar más al barco. He conseguido el carnet de
capitán de barco. Y estoy planeando salir a mar abierto unos días. – Me contó.

¡ Joder, que pasada!.- Contesté.

Oye Nando, ¿Te quieres venir?.-

¿Como?

Vente no seas tonto, voy con 2 amigos y compañeros de la escuela de navegación. Vente, hay sitio. Vamos a poner 6000 pelas para hacer un fondo común. Y podrás bucear tela.

Yo no sabía que decir. Y por eso mismo dije un rotundo “Sí”. Me acababa de apuntar a una de mis mejores aventuras de toda mi vida.


Larry me indicó que saldríamos el miércoles de madrugada y volveríamos el domingo por la noche. Que iríamos al archipiélago de Las Islas Columbretes, cerca de la Costa del Azahar. Que me presentaría a los otros 2 chicos el mismo miércoles. Y me hizo un comentario un tanto suspicaz. “Ah, Nando, reserva energías para el crucero”, y me guiñó un ojo. Yo empezaba a entender que quizás Larry también sabía que yo era gay. Entonces se salió de la piscina y se fue a casa.

El martes fui a pagarle a Larry las 6000 ptas, y me dijo que me recogería en casa el miércoles a las 6:00 am. Yo acepté. La verdad es que noté a Larry muy emocionado. Me enseñó los víveres que había comprado. Casi todo eran latas de conserva, un poco de fruta, algo de embutido y varias botellas de
JB, Vodka... Aquello prometía. Un botellón en cubierta. Sería divertido.

Yo solo pedía que fuésemos solos los 4. Y que a ninguno de los otros lo acompañase la novia. Mi deseo se cumpliría.

Larry me tocó al timbre a las 6:00. Yo ya estaba vestido, y la noche anterior había preparado un petate con algo de ropa, toallas, bañadores... Vamos lo básico.

Así que nos fuimos en su coche hasta el puerto. Larry estuvo muy callado, así que decidí romper el hielo.

Eh Larry, te veo muy apagado.

Bueno , es que tengo un poco de sueño.

Larry escondía algo. Y puesto que yo era unos años mayor que el, creí que me correspondería a mi empezar a aclarar algunas cosillas.

Larry, tengo que decirte algo.- Anuncie.

¿Qué?.- Me dijo

Veras Larry soy gay.

Larry pisó a fondo el freno del coche. Casi nos la damos , pues el coche derrapó. Entonces nos quedamos mirándonos. Yo no sabía si reprender a Larry por lo del frenazo y la hostia que casi nos damos, o respirar tranquilo después de haberle confesado mi condición.

Y entonces Larry empezó a dar carcajadas, reía cada vez más fuerte.

-Mira Nando lo se. Tu eres gay, yo soy gay, y los otros 2 que vienen con nosotros también lo son. ¿Por qué coño te crees que te he invitado a venir con nosotros?. Ya has soltado todo cuanto tenías que decirme. Así que ahora disfrutemos del viaje. ¿Vale?.

A mi me sorprendía como un chico 7 años más joven que yo, era capaz de tomarse estas cosas con tanta naturalidad. La verdad es que los tiempos cambian.

Luego Larry se acercó y me beso. Sin más, arranco el coche de nuevo y continuamos nuestro camino charlando, intercambiando algunas experiencias, sin ningún pudor. Aquel chaval que yo había visto crecer, había cambiado. Ahora se me presentaba como un objeto de deseo. Y mi polla lo había notado. Estuve empalmado todo el trayecto al puerto. Y la verdad es que me alegró el haberle hecho caso a Larry, con lo de guardar energías. El crucero sería agotador.

A las 7:10 llegamos al puerto. Aparcamos el coche de Larry y fuimos hacia el barco. Era una embarcación deportiva, de unos 9 metros de largo. Larry empezó a cargar las bolsas que habíamos traído en el coche, en la cubierta. 5 minutos después aparecieron Raúl y Leo.

Larry me los presentó.

Raul era un chico de unos 22 años, moreno de piel, pelo negro y muy corto y ojos muy negros. Vestía unos vaqueros de media pierna, rotos a diferentes alturas, y una camiseta color blanco. Era fuerte, con mandíbula recia, y espalda ancha. En su mejilla izquierda lucía un lunar de considerable tamaño que le daba cierto morbillo. Y entre las roturas de sus vaqueros se veían unos muslos bronceados por el sol, con cierta cantidad de vello rubio y rizado.

Leo era todo lo contrario. Tenía la misma edad que Larry. Era un chaval larguirucho, ciertamente pálido. Muy desaliñado. Media melena, barba de varios días, camiseta verde militar. Y bañador tipo hawaiano. Sus ojos eran muy azules, casi violetas. No era tan atractivo como Raúl, pero tenía algo especial. Además era de esa clase de personas que te hablan y te pegan la
cara a la tuya tanto que casi puedes adivinar lo que ha desayunado.

Chicos este es Nando- Dijo Larry. – Por cierto ya está informado de “todo”.

Entonces ambos se acercaron a saludarme. Un salido ciertamente expresivo. Leo me besó los labios, que sabían a chicle de clorofila, y me dijo: “Larry me alegro, lo vamos a pasar de miedo”.

Raúl, que era más tímido, se limitó a copiar a Leo. Me beso con unos labios muy cálidos. Y me dijo: “Yo también me alegro”.

Bueno Nando, ponte cómodo. Baja a la bodega y mira como es el barco por dentro. Nosotros 3 vamos a sacar el barco del puerto, pues es parte del cursillo práctico de navegación..- Me dijo Larry.

Le hice caso a mi amigo Larry. Abrí la puerta que me había señalado y entré.

El barco, por dentro, era impresionante. Sus paredes estaban forradas de madera. Nada más bajar las escaleras había una mini cocina, a la que no le faltaba de nada. Por curiosidad abrí la nevera y rebosaba de bebidas, solo bebidas. Con tanto beber deberíamos estar todo el día meando. Bueno mejor así tendré oportunidad de verle la verga al resto de la tripulación.- Pensé

El barco empezó a moverse.

Luego había una salita con un par de sofás en semicírculo. Que más tarde descubrí que se convertirían en una cama. Y nunca mejor, era una cama redonda. Sobre un pequeño mueble había unas revistas porno gay. Así que me puse a echarles un vistazo. Me encanta abrir una revista porno “usada” por otro. Sobre todo cuando algunas de las páginas se han quedado pegadas por una“sustancia misteriosa” . Su contenido era el típico de todas las revistas gay. Tíos musculosos que se
miraban al espejo. Parejas, tríos... Fotos demasiado espectaculares para ser reales. En lugares paradisíacos, el Caribe, una suite de lujo, en la cabina de un avión...

Cuando estaba a punto de terminar de ojear la 2ª revista me llamo Larry.

-Nando, sube a cubierta- Ya hemos salido del puerto hace rato.

Cuando salí me llevé una sorpresa. Los 3 se había desnudado. El barco estaba lejos de la costa por lo que era imposible que nadie nos viese.

Larry iba al timón, solo vestía la gorra de Leo. Y no paraba de reír.

Raúl estaba poniendo el radar en marcha, por cierto las vergas de Raúl y Larry descansaban, pero no estaban nada mal.

Leo, el más descarado, fumaba un cigarrillo, y sostenía una litrona y su verga ya estaba más o menos tiesa. Se me acercó y me dijo. : -Eh Nando, quítate esa ropa, queremos estar en igualdad de condiciones, y tenemos curiosidad por ver tu polla.

Les hice caso. Me quité la camiseta, luego los vaqueros, y lo tiré todo al rincón donde ellos habían dejado su polla.

Luego Larry me explicó más o menos como funcionaban los aparatos de navegación. Aunque mi atención estaba puesta en otra parte. Me dijo que pondría el piloto automático, y que empezaríamos a disfrutar de la fiesta.

Dicho y hecho.

Larry me empezó a besar, yo lo seguí, y empezó a acariciarme mi polla. La suya se empalmó rápidamente, y sentía el peso de su capullo sobre mi abdomen. Cuando la mia le igualó en tamaño, empezó a masajear ambas con su mano. Yo mientras le acariciaba la espalda , pasando mis manos desde su nuca hasta el comienzo de su culito.

Raúl puso música, empezó a sonar “Justify my love”, de Madonna. (Muy apropiado pensé).

Mientras Leo sostenía la litrona con la izquierda y con la derecha había comenzado una violenta paja.

Luego Leo se acercó a Raúl, y empezaron a imitarnos.

El Sol ya calentaba la cubierta, y había desaparecido el frío de la mañana.

Larry era más maduro de lo que yo había podido imaginar. Era todo un experto. Me pregunté cuanto tiempo haría desde que Larry empezó a fijarse en mi.

Sus labios eran muy carnosos, estaban húmedos, y eran muy cálidos. Mientras me besaba y me acariciaba la polla, jugueteaba con mis orejas. Yo descansaba de comerle la boca, y le besaba su cuello. Luego se agachó y empezó a besarme los huevos, a la vez que seguía meneándome la polla. Mis manos palmeaban juguetonamente en su cabeza, como el amo que acaricia a un perro. Pensé que aquello debería de ser una señal de sumisión, de un gay novato a uno veterano. Aquel juego me gustaba muchísimo, y la verdad es que no era para menos.

Yo me tumbé, apoyando mi espalda sobre la cubierta, y Larry se colocó sobre mi, a la inversa, de manera que empezamos un delicado 69. Empecé a sentir un tacto cálido y húmedo en mi capullo, y cuando quise mirar, mi la boca de Larry intentando tragarse toda mi polla. Yo lo imité, la polla de Larry era muy suave, todo fibra. Le daba unos bocaditos sobre la piel de su polla que lo ponían a cien. Solo decía ¡Uffffff!, ¡Uffffff!. Sus caderas empezaban a moverse armónicamente. Luego cerré mis muslos, aprisionando su cabeza entre ellos. Pero aquello excitaba cada vez más a mi amigo. Larry y yo empezamos a revolcarnos y a rodar uno sobre otro por la cubierta del barco, hasta que casualmente llegamos donde estaban Raúl y Leo. Que practicaban un bestial 69.

Ver a Raúl follando la boca de Leo era un espectáculo impresionante. Leo había cerrado sus ojos, para concentrar toda su atención en la gran polla que Raúl le metía una y otra vez hasta la garganta. Por su parte Raúl sostenía la polla de Leo en su mano izquierda (pues era zurdo) y le lamía la polla a Leo. La verga de Leo no era muy grande. Pero como todo Leo, tenía un
cierto morbo. Raúl me recordaba a un niño que lamía un gran helado, la verdad es que el chico tenía una costumbre un tanto original de comerle la polla a su amigo.

Yo seguía con Larry. Le acariciaba justo entre los huevos y el culo. Ya sabes esa zona que tanto nos gusta a los hombres. Y notaba como poco a poco sus dedos se acercaban a mi ojete.

Mientras era Larry quien ahora me pegaba pequeños bocados en mi polla.

De pronto sentí una 3ª mano sobre mis muslos. Era Leo. Su mano derecha se dedicaba a complacer a Raúl, mientras que la izquierda, se acercaba cada vez más a aquel sitio que Larry llevaba un rato trabajando.

¡Genial, una orgía!.- Pensé. La sola idea de tener una orgía lejos del mundo civilizado me ponía tan cachondo como la verga de mi amigo Larry en mi boca. Ahora podría gritar, gemir... Y haríamos de todo sin temor a que nos vieran u oyese nadie.

Poco a poco nos convertimos en un amasijo de brazos y piernas que rodábamos por la cubierta del barco. Llega un momento en el que te faltan manos para acariciar a los demás. ¡Es genial!. Raúl estaba buenísimo, poco a poco se convirtió en el centro de la orgía. Los demás intentábamos complacerlo por todos los medios. Las bocas de Larry y Leo se disputaban amistosamente comer su polla.

Mientras yo acariciaba las tetillas de Leo y las de Larry. El torso de Larry carecía de pelo, como el mío y como el de Raúl. El de Leo estaba pobremente poblado.

Leo era el más inquieto de los 4. Andaba de acá para allá, a la caza de pollas, Era todo un manojo de nervios.

Raúl permacía recostado sobre la cubierta, y apenas hablaba. Solo gruñía de placer.

El torso de Raúl era impresionante. Su pecho era propio de un gladiador. Su abdomen con marcados abdominales se elevaba cada vez que respiraba. La mejor parte del cuerpo de Raúl eran sus piernas, sin lugar a dudas. Tenía un poco de vello rubio y rizado que incitaba a perversos deseos. Sus muslos tenían la fuerza de un caballo. Todo en su cuerpo era deseable.

Larry parecía encantado con la idea de follarme el culo. Escupió sobre sus dedos y empezó a abrirme el culo. Yo me tumbé junto a Raúl. Y Larry empezó a joderme el culo. Entonces Leo hacía lo mismo con Raúl.

Raúl y yo nos mirábamos. Tenía unos ojos negros que revelaban deseos muy profundos. Aquello me ponía a 100.

Primero empezó a gritar Leo. Leo se había estado follando a Raúl casi 10 minutos, conteniendo su orgasmo hasta el final, y a la vez que se lo follaba, pajeaba la polla del gran Raul. Raúl por su parte apretaba su potente mandíbula, y la expresión de su cara no dejaba lugar a dudas, se iba a correr.

Entonces Leo sacó su polla del culo de Raul y empezó a correrse sobre el plano vientre de Raul. Raul se retorcía de placer , mientras Leo le regalaba su blanco semen. Las manos de Larry frotaban el vientre de Raul , extendiendo la leche de Leo por sus abdominales. Luego Leo se puso en pie y termino de correrse en la boca de Larry.

Durante unos segundos Larry se inclino y me beso la boca, dejando mis labios humedecidos con los restos de leche de Leo.

El siguiente sería Raul.

Raul se arrodillo ante mi, ofreciéndo su polla a mi boca. Mientras que Larry le besaba el ojete. Luego Raul se liberó. Empezó a gritar.

¡No puedo más!, ¡Me corrrrrrro!. Su leche salpicaba en mis ojos. Mientras Larry continuaba su trabajo en mi culo. La leche de Raul me chorreaba por el cuello, y caía sobre mi pecho y mis hombros, aquello me producía tal placer, que no me pude contener más. Mi polla explotó, y mi leche salpicaba el culito de Raul, y el gaznate de Larry. Yo grité tal y como lo había hecho
Raul hacía unos segundos. Del placer que me producía aquello mi cabeza golpeaba una y otra vez sobre la madera de la cubierta del barco. Los negros ojos de Raul me miraban sin quitarme la vista de encima. Mientras Leo rebuscaba algo de semen , para untarle la espalda a Larry.

Pasó casí un minuto, y cuando el orgasmo empezaba a disiparse, se vino Larry. Larry a diferencia de Leo, se corrió dentro de mi culo. Su semen debía ser muy abundante. Pues me inundó el recto, y comenzaba a chorrear fuera de mi ano.

Al final los cuatro magníficos descansábamos tumbados sobre la cubierta del barco, mirando el limpio cielo. Y nuestras pollas tardaron unos minutos en volver a su posición de reposo.