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miércoles, 9 de abril de 2008

Amigos en el bosque RELATO

Amigos en el bosque

Carlos y yo éramos los mejores amigos, íbamos juntos a todas partes en la escuela. Él era el tipo rudo y me había tomado bajo su protección, yo era el niño estudioso con buenas calificaciones y lo ayudaba a estudiar y con la tarea. Pasábamos largas horas platicando de cualquier cosa, casi siempre sobre chicas, fantasías y sexo… Carlos platicaba sus experiencias conmigo y aunque yo ya había tenido sexo con un primo y lo hacíamos desde hace tiempo, cuando platicaba con mi amigo tenía que cambiar la historia un poco para hacer parecer que en lugar de estar con otro hombre, había estado con alguna chica.

Un verano fuimos de fin de semana a una cabaña que tienen sus papás en el bosque. Íbamos a estar los dos solos, así que él sacó una botella de vino y comenzamos a tomar mientras jugábamos y platicábamos. Muy rápido nos pusimos borrachos y la conversación sobre el sexo se subió de tono cuando comenzamos a actuar uno con el otro como nos gustaba hacerlo. Aunque los dos estábamos completamente vestidos, me resultó increíble y erótico estar en esa situación con él, mi mente se volvió totalmente loca imaginando que era de verdad el juego. Yo ya estaba erecto como mástil y Carlos también, no era necesario verlo, podía sentir su verga rozando dura contra mi cuerpo.

Ya muy tarde, Carlos se quedó dormido sobre mi hombro en el sillón mirando una película. Yo estaba muy ebrio y caliente, mi mente estaba llena de imágenes y fantasías de estar con mi hermoso amigo. Casi como si mi mano tuviera vida propia, me desabroché el pantalón, me saqué la verga y comencé a masturbarme ahí mismo y con el nervio de saber que Carlos podría despertarse en cualquier momento. Cerré los ojos e imaginé que estaba teniendo sexo con él en todas las posiciones. De pronto me vine en un tremendo orgasmo y luego me quedé dormido.

Al otro día, cuando desperté, estaba solo en el sillón. De pronto recordé lo que había hecho la noche anterior y con preocupación me apuré a revisar todo, para mi sorpresa, estaba totalmente vestido y no había rastros de semen ni sobre mi ropa ni en ningún lado, hasta me quedé con la duda si lo había soñado o en verdad lo hice. En eso me llegó el delicioso olor del desayuno. Me levanté y Carlos estaba preparando algo para comer, ya estaban servidos dos platos, así que me senté a la mesa y comencé a devorar unos huevos estrellados. Mi amigo se sentó después y nos saludamos con un gruñido. “¡Qué buena estuvo la peda de ayer!” me dijo. Yo asentí con la cabeza y seguí comiendo. En eso, sin razón aparente, Carlos hizo un comentario: “Eres a toda madre, me cae que si me gustaran los hombres me gustaría ser tu novio”. Ese comentario me dejó helado, pero traté de seguir actuando con naturalidad y le respondí: “No digas tonterías”. “No son tonterías, en verdad, a mí no me importaría si te gustaran los hombres”, respondió él.

Traté de seguir comiendo como si no hubiera oído el comentario, pero la verdad es que estaba bastante nervioso y casi temblaban mis manos, me entró el pánico sólo de pensar que Carlos ya se hubiera dado cuenta de que me gustaban los hombres y peor aún, que hubiera estado despierto la noche anterior viendo lo que hice. “Yo prefiero ser tu amigo que ser tu novio”, le dije en tono de burla y me reí nerviosamente. “Pues si yo tuviera sexo con un hombre, sería contigo”, volvió a decir. Yo preferí no volver a decir nada, la verdad es que mi pene ya estaba duro como roca, sobre todo porque recordé que estábamos solos y que íbamos a pasar así todo el fin de semana, sin adultos que nos vieran, y si Carlos realmente quería experimentar, yo estaba totalmente dispuesto a hacerlo con él.

Terminé de desayunar y me metí a la recámara. Me desvestí y me metí a la regadera, en verdad necesitaba darme un baño de agua caliente después de la noche tan fatal. Estaba disfrutando de la regadera cuando Carlos entró a la habitación, como dejé la puerta del baño abierta, podía escucharlo caminando por el cuarto abriendo y cerrando cajones, cuando de pronto siento un aire frío, y al voltear lo veo totalmente desnudo adentro del baño, conmigo. No pude evitar recorrer su cuerpo con la mirada, era la primera vez que lo veía totalmente sin ropa y me sorprendió lo bello que era su cuerpo, delgado, aunque era de los más fuertes de la escuela y bien marcado, sin vello. Extendió su brazo y yo me quedé parado sin saber qué hacer, me empujó suavemente y me dijo: “hazte a un lado, tengo frío” y se metió a la regadera.

Yo tomé el jabón y me seguí bañando como si nada, pero la tensión se volvió demasiada, sólo podía imaginarme agachándome para mamar su verga, lo cual hizo que comenzara a tener una erección. Nerviosamente, traté de darle la espalda para no mirarlo y que él no se diera cuenta de que ya estaba poniéndome duro. Me pidió que le pasara el jabón y cuando miré, él también estaba totalmente erecto de frente a mí. Su pene era muy grueso, de tamaño normal, con una cabeza enorme color roja con más vello que yo.

Carlos tomó el jabón y comenzó a pasármelo suavemente por los hombros y el pecho. Mi corazón latía a mil, tanto que casi se salía de mi pecho, mis rodillas temblaban y ya no sabía si era por el frío o por los nervios. Finalmente, Carlos se atrevió a bajar las manos y tocarme la verga. Sus dedos recorrieron suavemente desde la cabeza hasta los testículos, la sensación con el jabón fue tan intensa que me provocó cerrar los ojos y suspirar. Después me jaló fuerte contra su cuerpo y comenzó a masajearme con fuerza las nalgas, su cuerpo enjabonado, resbalando contra el mío, se sentía como la gloria y también lo abracé acariciando su espalda y sus nalgas.

Estábamos frotando nuestros cuerpos uno contra el otro casi hipnotizados, yo soy más alto que él, entonces su pene entró por accidente entre mis piernas y comenzó a moverse por debajo de mis huevos, hacia adentro y hacia afuera. Yo apreté mis muslos uno contra el otro para hacer el hueco más estrecho y que sintiera más placer. De pronto, comencé a sentir cómo su verga se estremecía bombeando chorros de espeso semen por entre mis piernas, chorreando mis huevos y mis nalgas.

Casi asustado, Carlos se despegó de mí, se limpió rápidamente con jabón y salió de la regadera. Yo me quedé todo confundido y aún excitado sin comprender lo que había pasado. Tomé mi tiempo para terminar de bañarme y cuando salí, Carlos estaba sobre la cama, con su trusa blanca puesta y acostado boca abajo. Yo no sabía si acercarme o no, tenía miedo de que reaccionara mal. Entré dando pasos tímidos cuando me dijo: “Lo siento” “No, está bien”, le respondí. “No quería venirme tan rápido, pero me excitas demasiado”, dijo. “Yo pensé que no te había gustado”, le dije y él no respondió.

Ya con más confianza, me senté sobre la cama. Yo aún estaba desnudo, sólo con la toalla alrededor de mi cintura. Puse mi mano sobre su hombro y lo acaricié suavemente, él me miró y acercó su cara lentamente hacia la mía, yo cerré los ojos y él me tomó por la nuca y me jaló hasta que nuestros labios se fundieron en un largo y apasionado beso. Di un pequeño gemido al abrir mis labios y él metió su lengua en mi boca, era la primera vez que yo besaba a un hombre y estaba totalmente excitado. El beso fue eterno, cambiamos de posiciones varias veces sin despegarnos. Yo no podía creer que estuviera fajando así con mi mejor amigo. Mis manos acariciaron su cuello, sus orejas y sus mejillas. Abrí mis ojos lentamente y miré que él tenía los suyos cerrados. Como finalmente regresamos a la realidad, nos miramos a los ojos y cuando bajé la vista, noté que su trusa estaba mojada como casa de campaña.

Carlos se levantó y se quitó la trusa, me miró a los ojos con un deseo incontrolable que nunca había visto antes. Lo abracé fuertemente y volvimos a besarnos, aunque ahora él estaba mucho más apasionado, yo le respondí y rápidamente nuestros cuerpos comenzaron a moverse a ritmo. Podía sentir su verga dura rozando contra mi cuerpo. De pronto se hizo hacia atrás y me arrancó la toalla de un jalón. No lo podía creer, pero mi mejor amigo comenzó a mamarme la verga como si lo hubiera hecho mil veces antes, casi me hace venir en ese momento. No podía ver su cara de macho porque su cabello me impedía verlo directamente, pero podía ver su reflejo en el espejo del tocador frente a la cama. Carlos se tragaba mi verga hasta el fondo como si quisiera arrancármela de placer.

Peligrosamente cerca de hacerme venir, lo despegué de mí y me puse sobre él. Primero lo besé en los labios, luego pasé mi lengua por su cuello y seguí bajando hacia sus pezones, levanté su brazo derecho y lamí apasionadamente su axila mientras él gemía y me agarraba fuerte la cabeza con su mano libre. Seguí más abajo pasando mi lengua por su abdomen y hasta sus testículos. La verga de Carlos vibraba de deseo cuando me metí sus dos bolas en la boca, luego de un rato, me metí toda su verga hasta lo más adentro que pude en mi garganta. No pude metérmela toda pero seguí mamando, acariciando el hoyo de su verga con la punta de mi lengua y él comenzó a temblar.

Yo iba por todo, ya no había marcha atrás y sabía que tenía que comerme su culito virgen. Levanté sus piernas sobre mis hombros y ahí estaba su arito rosa invitándome a hacerlo mío. Suavemente comencé a lengüetearlo, luego más duro hasta que logré meter la punta de mi lengua. Era demasiado, mi lengua estaba jugando dentro del culo de mi mejor amigo. Me asomé por un segundo y miré cómo apretaba sus ojos de placer. Yo sabía que ambos deseábamos que me lo cogiera, quería penetrarlo y él estaba ahí ofreciéndome su culito, pero… ¿habría tiempo? Carlos apretaba el cuerpo todo tenso tratando de contener el orgasmo que estaba por venir, pero era demasiado tarde. “¡Ya me vengo!” gritó. Llegué a tiempo a su verga para tragarme toda su leche que parecía salir a borbotones sin fin. Me alegré de que estuviéramos en el bosque, porque Carlos bramaba de placer como un concierto de lujuria. Los jugosos chorros dentro de mi boca se sentían calientes y salados. Me lo tragué todo sin dejar gota.

Me acosté a un lado de Carlos dejándolo respirar por un momento. Cuando recuperó el aliento me dijo: “pensé que ibas a hacerlo” “Si, quería metértelo, pero no hay problema”, le contesté. “Entonces hazlo, yo también lo quiero sentir” No podía creer lo que estaba escuchando, después de venirse dos veces con tremendos orgasmos, Carlos aún deseaba más. Por suerte, yo aún no me había vaciado ni una sola vez, así que con gusto podía seguir y seguir. Me metí al baño para tomar crema y cuando regresé a la cama, mi amigo estaba chupándose los dedos de la mano para lubricarlos y después se metió un dedo por el culo. Su verga ya estaba dura de nuevo.

Me acerqué con la crema y comencé a lubricarlo masajeando su culito con la yema de mis dedos. Despacio le metí un dedo y comencé a moverlo. Él estaba relajado y fácilmente pude meterle dos y hasta tres dedos. Carlos me apretaba salvajemente las nalgas con una mano, mientras gemía como animal en celo. Me puse de rodillas y levanté sus piernas sobre mis hombros y comencé a meterle mi miembro muy lentamente. Súper caliente y aún confundido por lo que estaba pasando con mi mejor amigo, mi verga había perdido un poco de la erección, pero tal vez era lo mejor para desvirgarlo sin tanto dolor. Mi precum se mezcló con la crema que lubricaba su ano. Ya no había otra opción, tenía que cogerme a mi mejor amigo.

Carlos se apretaba sus pezones y su respiración se volvió más rápida. Sentí que su culito se relajaba un poco y comencé a empujar más fuerte, él se relajó y su verga seguía durísima mientras sentía que yo me introducía lentamente en él. Comencé a moverme hacia adentro y hacia afuera, después hasta el fondo. Mi boca encontró en la suya y nos besamos mientras yo seguía empujando mi cadera. No podía creer que me estaba cogiendo a mi mejor amigo. Habíamos cruzado una línea entre amigos que no se debía cruzar, pero no me importó. Agarré sus tobillos y comencé a cogérmelo más fuerte. En ese momento deslicé mi verga hasta afuera y su culito, al cerrarse, hizo un sonido de chasquido, volví a meterla hasta el fondo y seguí moviéndome fuerte.

Cogerme a Carlos era lo más caliente que había hecho. Me tomó por los hombros y se levantó un poco con mi verga metida hasta el fondo, mi lengua estaba tan adentro de su boca como podía, con mis manos apretaba fuertemente sus nalgas y él se movía hacia arriba y hacia abajo de mi palo, puso sus ojos en blanco y comenzó a gemir más fuerte que antes. “¡Oh, cógeme duro papi, cógeme rico!”, decía totalmente excitado. Arqueó su espalda hacia atrás y comenzó a eyacular sin siquiera tocarse la verga, su estrecho culito empezó a estremecerse, comenzó a sacar chorros de leche al ritmo que mi miembro entraba y salía de él, algunas gotas cayeron sobre su cara. Sentí una fuerte presión desde debajo de mis bolas y con un grito de placer, mi verga hizo explosión, mi leche salió disparada dentro de su culito. Seguí moviéndome dentro de él tanto como pude antes de desplomarme sobre su pecho.

Aún con mi verga adentro, lo besé apasionadamente, luego lamí cada gota de semen sobre su cara, su pecho y su abdomen. Me metí su verga ahora flácida dentro de la boca y sorbí los líquidos que aún quedaban dentro. Era increíble, quería volver a penetrarlo y quedarme dentro de él para siempre. Ahora amaba a mi mejor amigo mucho más que nunca. Nos quedamos dormidos por un momento y desperté sintiendo algo húmedo entre mis nalgas. Estaba acostado boca abajo mientras Carlos me lamía el culo, levanté mis nalgas lo más que pude para que él metiera su lengua más profundo dentro de mí. Después me di vuelta para darle una mejor posición y mirarlo boca abajo lamiendo mi culo. Además de todo, él mismo se estaba dando dedo mientras lamía mis bolas. Mi verga respondió de inmediato volviendo a ponerse dura.

Carlos encontró la crema y se puso un poco en el culo, luego se subió sobre mí y se sentó lentamente haciéndome penetrarlo. Ahora él estaba sobre mí, dándome una vista excelente, su piel bronceada, su cabello castaño y cómo se mordía los labios mientras se movía hacia arriba y abajo por mi verga. Sin poder resistirme más, lo tomé de la verga y comencé a cogérmelo con fuerza y profundo, convertido totalmente en un animal. Apretaba su pecho con mis manos, me moví tan rápido y tan fuerte como pude entrando bien adentro y saliendo hasta que finalmente me vine en un tremendo orgasmo, eché mi leche dentro de su culo. Satisfecho, dejé de moverme, Carlos se levantó y comenzó a masturbarse echándome gotas de su semen caliente sobre el pecho y el abdomen, luego pasó su lengua limpiándome todo y me besó, su boca aun sabía a semen.

Nos dormimos juntos, desde entonces, cada vez que podíamos teníamos sexo por lo menos una vez al día después de la escuela, hasta que nos separamos para ir a la universidad. Lo extrañé mucho y nos veíamos de vez en cuando, aunque ya no era igual. Cuando conocí a mi novio actual, sabía que era amor de verdad. Aunque el recuerdo de la pasión que había con Carlos era algo diferente al amor, éramos los mejores amigos y teníamos sexo apasionado. De vez en cuando, todavía encontramos tiempo para tener sexo juntos, ambos necesitamos algo así de apasionado y no interfiere con nuestra amistad. Él también se enamoró de otro hombre y me daba gusto verlos juntos, después de todo, Carlos es mi mejor amigo.

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